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viernes, 5 de octubre de 2012

SIERRA TARAHUMARA Y CIUDADANIA



Sinar Suárez Sánchez

A mediados del mes de enero, del recién iniciado 2012, los mexicanos usuarios de redes sociales nos enteramos con gran sorpresa, a través de este medio, de casos de suicidios de rarámuris -50 en total-, en la Sierra Tarahumara del estado de Chihuahua; las causas de estos suicidios están relacionadas con la escases de alimentos. Los pormenores de la hambruna fueron dados a conocer por Ramón Gardea, gestor indígena y difundido a través de Canal 28 de televisión. Esta noticia, rápidamente fue extendiéndose a través de los medios alternativos de comunicación, generando indignación e irritación social; reacciones que en el transcurso de las horas de ese fin de semana fueron transformándose en deseos de apoyar a dicha comunidad indígena afectada.
Para el día lunes, entre críticas, propuestas y llamados a la solidaridad, usuarios de la redes sociales, principalmente en FaceBoock y en Twitter, ya habían establecido, con la participación de activistas sociales, una amplia red de espacios destinados a la colecta de víveres a favor de la causa denominada #SierraTarahumara y/o #ColectaTarahumara. Los lugares dispuestos para la recepción del apoyo proveniente de la ciudadanía eran plazas públicas –zócalo del DF, oficinas de las organizaciones de la sociedad civil, instituciones de educación superior, privadas y públicas; así como algunos centros de acopio gubernamentales perteneciente a los diferentes niveles de gobierno. 
Ante esta vergonzosa realidad, como era de esperarse, tanto el gobierno federal, el gobierno del Estado –incluido el Congreso del Estado- y el presidente municipal de Carichí, Chihuahua,  no tardaron, con el apoyo de los de los medios de comunicación a su servicio, en salir a desmentir la información y a descalificar a Ramón Gardea, quien es integrante del Frente Organizado de Campesinos Indígenas en la Sierra (FOCIS). Sin embargo, las contradicciones salieron a relucir, pues en tanto el primero de ellos objetaba la veracidad de la información, Heriberto Félix Guerra, titular de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), anunciaba el reparto de 14 mil paquetes de apoyo alimentario entre la comunidad tarahumara. Entre tanto, César Duarte Jáquez, gobernador de Chihuahua, al tiempo que reprobó “la injerencia de gente sin escrúpulos que miente y engaña a personas de buena fe con este tipo de falsa información”, anunció la inversión de 200 millones de pesos en la sierra Tarahumara para generar programas de autoconsumo y proyectos productivos, alimentarios, de servicios, ganaderos, mineros, hortícolas y frutícolas de  la acción ciudadana. Asimismo, el gobernador, en un comunicado oficial se da a conocer que la hambruna registrada en la zona rarámiri han alcanzado 36,422 familias. Para ese momento, los ciudadanos movidos por la emergencia alimentaria no se detuvieron para pensar si la información difundida era verdadera o no; debido a que eso no cambiaba en nada, ya que se conocen las condiciones de pobreza imperante en las zonas rurales, la creciente de confianza hacia las autoridades y la falta de credibilidad en los medios de comunicación  tradicionales. 
La ciudadanía se convenció y motivó para apoyar la causa de los otros mexicanos en desgracia, tal y como ha hecho en otras contingencias, tanto del ámbito nacional, como en el internacional. Rápidamente empezó a concurrir a los centros de acopio, sin inmutarse por los desmentidos, comunicados y demás acotaciones oficiales de los gobiernos negando la hambruna. 
Para nadie es un secreto los altos índices de pobreza, marginación y exclusión en la que viven, aproximadamente, 13 millones de indígenas Mexicanos. Tampoco es un secreto la historia de su explotación, que inicia desde la conquista de México, la cual  está plenamente documentada. La independencia tampoco produjo cambio alguno de su situación. Durante los 70 años de priismo del México posrevolucionario, el partido en poder lucró con la pobreza,  permanente fueron objeto de manipulación y corporativismo, tomados en cuenta únicamente durante los procesos electorales. En los 12 años de panismo, la situación de los indígenas, no solo no ha cambiado, sino que ha empeorado. El abandono de las comunidades indígenas es indiscutible. Las políticas públicas encaminadas a resolver la situación de fondo son las grandes ausentes. Los programas impulsados por el gobierno federal tienen carácter asistencialista, además, a esto se agrega el desprecio con el que los funcionarios de Acción Nacional tratan a los indígenas; así quedó demostrado con la actitud de Carlos Talavera Leal, Jefe de Brigada del Programa Oportunidades de la SEDESOL, delegación Michoacán, quien en relación a las mujeres indígenas, expresó en su muro de facebook “Es neta huele impresionantemente feo pero ps pobresillas”.
De este ignominioso  suceso destacan algunas actitudes dignas de mención, por el alto grado de sensibilidad social: La primera tiene que ver con la reacción inmediata del jefe gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, quien envío el primer camión con ayuda humanitaria consistente en 2 mil 500 despensas y 5 mil cobijas el día 16 enero; el segundo con el Gobernador del Estado de Hidalgo Francisco Olvera Ruiz, quien informó la donación de un mes de su salario para la compra de víveres para la sierra tarahumara; el tercero es el donativo de los 128 senadores de la república, quienes dispusieron aportar un día de sueldo a favor de la causa Tarahumara, equivalente a, aproximadamente, 542 mil 720 pesos. Naturalmente, también resalta el esfuerzo de miles universitarios, religiosos, funcionarios, periodistas, trabajadores, artistas  y personas de diversos sectores sociales que con pasión y convicción contribuyeron o siguen aportando a la causa.
A través de estos hechos podemos observar, con gran satisfacción, la firmeza y la determinación de la ciudadanía para organizarse y ayudar, a pesar de los intentos de los medios de comunicación por desvirtuar la información y de los desesperados esfuerzos de los gobiernos –estatal, federal y municipal-, por negar la realidad. Con estas actitudes, sólo justifican su incapacidad y falta de efectividad para la justicia social para las poblaciones necesitadas. La acción ciudadana cobra un enorme significado, cuando -desde el poder- se busca inmovilizarla y manipularla con información que distorsiona la realidad. La actitud asumida por los mexicanos en esta ocasión, tiene mucha similitud a la de 1985, cuando por primera vez la ciudadanía despertó para ayudar a las víctimas del terremoto, rebasando cualquier programa de emergencia y de reacción inmediata de organismos y dependencias de Estado.
Finalmente, no está por demás  tener presente al responsable de que tanto los ciudadanos, como el gobierno y la comunidad internacional, voltearan la vista hacia la Sierra Tarahumara: Ramón Gardea; el cual ha sido acosado y satanizado por la prensa y sus articulistas que no se han detenido para nada en descalificarlo. Además, él mismo ha denunciado amenazas de muerte: “me han hablado a mi teléfono y dicho que me van a empinar”. No obstante lo anterior, se dice satisfecho por la respuesta de la gente y de la ayuda que están recibiendo los rarámuris, a partir de sus declaraciones. 


 Publicado en la Revista Cosmopolitik 

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