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jueves, 4 de octubre de 2012

CREDIBILIDAD Y PARTIDOS POLÍTICOS EN EL 2012


Sinar Suárez Sánchez


El pasado 6 de octubre inició, formalmente, el proceso electoral 2012, en medio desacreditaciones, escándalos, señalamientos de corrupción entre la clase política y sus partidos, con la sensación, de no pocos ciudadanos, de que la situación no marcha bien en México. Lo más destacado en los medios, respecto al inicio del proceso, fue la falta de dos integrantes del Consejo General de IFE para el arranque de los trabajos. Esta circunstancia generó señalamientos y acusaciones mutuas entre los representantes de los partidos, en especial los del PRI y PRD, quienes se responsabilizaron mutuamente de que sus intereses impidieran alcanzar los consensos necesarios para el nombramiento de los consejeros faltantes.

El proceso electoral del 2012, genera muchísimas expectativas, nerviosismo, temores y esperanzas; que dependen de la perspectiva desde la que se vea dicho proceso, y del partido, o el candidato, del cual se tenga simpatía. Ya iniciado el proceso se presentan muchas especulaciones, entre ellas: que el PRI regresa al poder; que el PAN enfocará su nueva campaña negra en contra del abanderado priista; que desde la dirigencia del tricolor llaman a no perder de vista a Andrés Manuel López Obrador, por considerarlo uno de los contendientes a vencer. Ante esto surgen los “desesperados” manotazos de Gustavo Madero Muñoz, presidente nacional del PAN considerando –a su candidato- como el fuerte en esta contienda.

El pronóstico de quienes saben de política –entre ellos la maestra Elba Esther Gordillo– sostiene que, finalmente, los candidatos serán Andrés Manuel López Obrador, Josefina Vásquez Mota y Enrique Peña Nieto; al menos quienes tendrían verdaderas posibilidades de llegar a los pinos o a palacio nacional, según sea el caso.
¿Qué las elecciones presidenciales es un evento muy esperado? ¡Por supuesto! Es uno de los acontecimientos más importantes de la vida nacional y de los mexicanos. Durante este proceso, los ciudadanos de todos estratos sociales se permiten hacer y hablar de política: para convencer al de junto que su gallo –como se dice coloquialmente– es el mejor; para aventurar un punto de vista respecto de la situación económica, la inseguridad, la cifra de muertos y culpar al gobierno saliente; algunas veces para concluir que con las elecciones, y a pesar de las ellas, nada cambiará, como ha ocurrido desde hace muchos años. En este tenor, es pertinente mencionar que la cuenta regresiva continua para el gobierno calderonista; este hecho renueva los ánimos a muchos, y en los meses venideros dará mucho de que hablar. Será parte del componente en las confrontaciones de la arena electoral.

Sin duda, es un proceso electoral y político de contrastes. Más allá de las posiciones pesimistas, están quienes creen que ésta es la oportunidad de recuperar, retener o conquistar el poder;  quienes todavía creen en el proceso electoral aceitan la maquinaria, afinan sus instrumentos y actualizan los manuales de procedimientos. En este punto, los encuentros y desencuentros son frecuentes; son tiempos de oír las voces de los dirigentes de los partidos políticos -visibles o invisibles, nombrables e innombrables, presentes y ausentes-, de desempolvar una que otra enseñanza de sus fundadores y jerarcas. Todo cabe en la política electoral mexicana y la dirigencia del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (“SNTE”) tiene un lugar sobresaliente en este proceso.

Cuando el suceso político-electoral más significativo de los mexicanos prepara el escenario y realiza los ensayos necesarios en espera del gran día, uno de sus principales actores está reprobado. Sí, los partidos políticos; su credibilidad no se encuentra a la altura del significado de este proceso y la esperanza de muchos, depositada en el 2012. Esta realidad, no exclusiva de  nuestro país, se refleja en las marchas y protestas que ocurren diariamente de las principales ciudades a lo largo y ancho de la república, que expresan un descontento social y un hartazgo ante el estado de cosas actual. En el mundo, la existencia y exigencia de miles de indignados -quienes se manifiestan en las principales calles y plazas públicas de muchos países, en plena insurgencia participativa, sin importar el origen u orientación de los partidos gobernantes- refleja el desencanto con democracia representativa.

La falta de credibilidad, y confianza, de la ciudadanía en los partidos políticos en México ha traído como consecuencia, en los últimos años, un alto grado de abstencionismo, así como el llamado “voto en blanco”, lo cual da como resultado gobernantes débiles y cuestionados. Esto, sumado a las malas practicas en la administración pública y a los métodos para acallar las protestas, deslegitiman a las instituciones de la república, lo que paulatinamente va creando caos y  anarquía.

El desprestigio de los partidos políticos se deriva principalmente de:

·        Las prácticas clientelares
·        Prácticas patrimonialistas
·        Ausencia de democracia interna
·        Confrontaciones e incapacidad de resolución de los conflictos internos
·        Pérdida de identidad a través del establecimiento de alianzas contra natura, cuestionadas por propios y extraños.
·        Distanciamiento ante los problemas de los diversos sectores de la población.
·        Indolencia ante la realidad social, económica y política del país.
·        Incapacidad para convertirse en efectivos agentes del cambio social.
·        La perdida del sentido transformador de su practica política.
      El uso indebido de recursos público –vía prerrogativas-  como entidades de interés publico.
            Malas práctica de gobierno o de representación

En esta coyuntura electoral, no está por demás reflexionar sobre el reto que tienen los partidos políticos ante dos eventos trascendentales; el primero tiene que ver con el proceso electoral multicitado; el segundo con la ola de protestas ciudadanas, que en diversos países están cuestionando la democracia representativa, incapaz de otorgar a los ciudadanos las satisfacciones a que aspiran.

Por ahora los partidos políticos son todavía actores insustituibles y necesarios, aunque no necesariamente eficaces y eficientes. Las preguntas son las siguientes: ¿son verdaderamente insustituibles los partidos políticos?, ¿adónde llegarán las protestas de los indignados?, ¿en las próximas elecciones ya estaremos analizando y hablando de candidatos ciudadanos? Ante la crisis de los partidos políticos, los ciudadanos saltan a escena buscando incidir en la esfera pública, demandando transformaciones y espacios de participación; esto constituye, sin duda alguna, una evolución social y “nuevos aires” para la primera década del este mileno.


Articulo publicado  en la Revista Cosmopolitik 



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